martes, 26 de agosto de 2014



Todas las guerras son perversas. 


Viendo el desolador panorama del Medio Oriente, es hora de despertar a una simple verdad: Toda guerra y toda acción de violencia es negativa y sólo causa daño a la humanidad entera. Jamás ha existido absolutamente ninguna justificación válida para asesinar o dañar a otro ser humano.

Cualquiera que justifique una guerra o cualquier otra forma de asesinato está manipulando la realidad y la verdad para sacar un supuesta ganancia para si mismo o para los “suyos”.

Veamos un ejemplo: En estos días los estadounidenses lloran por la brutalidad del grupo terrorista ISIS, pero cuando este mismo grupo estaba destruyendo Siria lo apoyaron y justificaron. Lo mismo ocurrió antes con Saddam Hussein, con Osama Bin Laden, con Muamar Gadafi, etc. Por eso nunca deberíamos creer cuando nos digan: “Esta guerra es por tu propio bien, para que estés más seguro” Esa es una descarada mentira para conseguir nuestro apoyo en el lucrativo y siniestro negocio de la guerra. Nunca deberíamos creer cuando nos digan que una guerra está justificada por la defensa de nuestra nación, por nuestra religión o por Dios mismo; esas son sólo repugnantes tácticas para usarnos en su perverso negocio del poder y la dominación.

Y lo más importante de todo: cada vez que surja un siniestro terrorista perpetrando las más crueles acciones… debemos observar bien quién es el primer personaje que usa ese hecho para llamar a iniciar una gran guerra; es casi seguro que ese personaje representa al grupo que en secreto apoya y financia a dicho terrorista. Aunque cueste aceptarlo éste es uno de los más antiguos trucos de la estrategia de la alta (baja) política internacional. No te dejes engañar más: la guerra es la guerra, el horror es el horror, el asesinato es asesinato. Nunca se podrán justificar de ninguna manera decente.

Quizá pienses que grupos como ISIS son tan perversos que lo único que se puede hacer con ellos es exterminarlos; sin embargo, debes entender que ese es justamente el gran objetivo que las fuerzas ‘oscuras’ han perseguido por mucho tiempo: que llegues a la conclusión de que a los que ellos apuntan con su dedo son los responsables de todo el mal del mundo; cuando en realidad, la mayoría de las veces, son los que apuntan su dedo con mayor ira, llamando a una gran venganza, los que lo han orquestado todo.

Piensa un poco cómo se fue gestando el grupo ISIS. Todo comenzó con la caída de las Torres Gemelas. Supuestamente fueron un grupo de terroristas islamistas de Afganistán liderados por Osama Bin Laden, un ¿ex? agente de la CIA, que lideraba el combate de EEUU contra los talibanes. Supongamos por un momento que en verdad Bin Laden dejó de trabajar para la CIA, se cambió de bando y de verdad organizó por su cuenta todo el ataque del 9-11. De ser todo esto cierto, habría justificado una gran reacción de EEUU contra estos terroristas de Afganistán. Sin embargo, EEUU terminó invadiendo y destruyendo Irak, que no tenía ninguna relación con el atentado del “9-11”. La única supuesta justificación fue la presunción de que Irak tenía la capacidad –y la supuesta intención- de causar mucho daño en el futuro con sus armas de destrucción masiva. ¿No es esto una completa demencia? Destruir un país y asesinar a miles de personas por la simple suposición de lo que este país podría eventualmente hacer en el futuro…

Y eso no es todo, al final se comprobó que Irak ni siquiera contaba con las supuestas armas de destrucción masiva. Este pequeño “error” de la administración Bush significó la destrucción de Irak y la vida de 100.000 personas de las cuales casi el 70% eran civiles. Entonces, ¿puede extrañarnos tanto que hoy haya gente en esa región sedientos de venganza?

No estoy diciendo que EEUU debe aceptar resignadamente la venganza que pretende el grupo ISIS sobre ellos. Pero sí, debemos entender que si seguimos usando la misma estrategia demente que usó la administración Bush en esa oportunidad, sólo estaremos repitiendo el mismo error y profundizando cada vez más el problema futuro, en un círculo vicioso, que es el que en definitiva nos ha llevado a la horrenda situación actual en el Medio Oriente, y que amenaza con involucrar a todo el planeta en un conflicto mundial de inpredecibles consecuencias.

Por eso es de vital importancia que comprendamos de una vez por todas que:

Toda guerra y toda acción violenta es siempre negativa y daña a toda la humanidad.

La guerra nunca soluciona nada, sólo responde a la ambición enfermiza y la sed insaciable de poder de unos pocos que han perdido momentáneamente la razón.

Ante la gravedad de la situación internacional, ha llegado el momento de dejar de lado toda diferencia de razas, de naciones, de religiones, de creencias y todos juntos compartir los valores de la paz y del respeto a la vida y a la igualdad de derechos y dignidad de todos los seres humanos del planeta.

Es de vital importancia que comprendas que cualquiera que justifique una guerra (o cualquier tipo de ataque) usando argumentos morales o religiosos, está simplemente tratando de engañarte y manipularte para que tú hagas el trabajo sucio en beneficio de intereses egoístas.

Por otro lado, es importante entender que el amor es siempre en beneficio de todos, la paz es paz para todos, defender la vida es siempre en beneficio de todos. Esa es la gran diferencia; y a la vez, es la forma de distinguir la elección correcta:

Para que algo sea realmente bueno debe beneficiar a todos los involucrados.

Por último, es muy recomendable que apoyes todas estas reflexiones en tu fe en un orden superior que te dé la seguridad de que actuar en forma correcta será en tu propio beneficio. En la confianza en este orden superior y justo, podrás estar seguro de que si siembras la paz y el amor; eso será exactamente lo que cosecharás.




viernes, 8 de agosto de 2014

¿PAZ O GUERRA?

Estamos viviendo tiempos muy difíciles: guerras, terrorismo, conflictos políticos, crisis económicas, enfermedades epidémicas como el Ébola, extraños incidentes de aviones, amenazas de un conflicto global, etc.
Algunas personas están reaccionando con miedo, angustia, agresividad, depresión, etc. Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿cómo deberíamos enfrentar nosotros esta situación?
De cara a un gran conflicto (por ejemplo el Palestino-Israelí) una tendencia muy humana es tomar partido por uno de los bandos; sin embargo, esta decisión no hace más que polarizar aún más la situación externa; y más grave aún, aumenta nuestro propio conflicto interno. Pero, ¿cómo puede un conflicto externo, que está ocurriendo a miles de kilómetros de distancia agravar un conflicto en el interior de nuestra conciencia? La respuesta es la siguiente:
No existen los problemas externos, todos los conflictos que has tenido en toda tu vida han sido internos.
Las situaciones externas sólo cumplen la función de gatillar o traer a la mente consciente los conflictos que están dormidos o suprimidos temporalmente. Puedes observar un conflicto que parece desarrollarse allá afuera, pero en realidad, todo lo que sientes al respecto está directamente relacionado con tu propio conflicto interno. ¿Cómo se relaciona lo de afuera con lo de adentro? ¿Cómo traducir lo que estás viendo afuera con lo que está pasando al interior de tu conciencia? ¿Qué representan -en tu conflicto interno- los actores del conflicto que ves afuera? Palestinos, israelíes, musulmanes, judíos, ucranianos, rusos, afganos, sirios, suníes chiitas, etc. En realidad da exactamente lo mismo; en tu interior hay un solo conflicto y nada más: Miedo o Amor.
El miedo te lleva a odiar, a querer atacar, a ‘defenderte’ destruyendo a tus enemigos y a verlos como seres despreciables que merecen el castigo e incluso la muerte. Esto en definitiva, te lleva a verte a ti mismo como alguien que en el fondo también merecería el mismo castigo (porque en el fondo de tu conciencia sabes que todos somos parte de un mismo ser)
En el lado opuesto de tu conciencia está el Amor, que es la visión que te llama a confiar en que más allá de las apariencias de peligro, siempre estás a salvo, que siempre habrá una fuerza divina que te protegerá de todo aparente riesgo, que no necesitas atacar a nadie para estar a salvo. Y a la vez comprendes que esa fuerza, por ser divina, tiene la obligación de proteger a todos los seres por igual; por lo tanto, te das cuenta que si tú trataras de dañar a otro ser, estarías luchando contra la misma fuerza que debe protegerte a ti.
Quizá te cueste creerlo, pero en definitiva, tu deseo de atacar a otro es lo único en todo el universo que puede llevarte a experimentar la ilusión de que algo o alguien te está atacando o amenazando. Este es uno de los grandes trucos sucios de este universo holográfico. Digo truco sucio, pues te lleva a creer que de alguna manera puedes obtener un beneficio a partir de un ataque. Este es el origen del perverso concepto de la guerra o ataque preventivo.
¿Por qué el universo se presta para este truco sucio? La respuesta a esto es muy compleja, por lo cual lo dejaremos para otra oportunidad. Por ahora sólo adelantaré que el Universo es algo así como un mecanismo fabricado para experimentar ‘lo contrario al amor’; sin embargo, las fuerzas divinas lo pueden usar con otro propósito: para reparar o sanar los daños generados por la experiencia para la cual fue creado.
Bueno, eso es todo por ahora, espero que esta reflexión te sirva para decidir entre las únicas dos opciones que existen:
Paz o Guerra.